viernes, 6 de noviembre de 2015

Mis vecinos


No recuerdo hace cuánto vivo aquí. Talvez uno, dos años. No puedo ser más específica ahora. Perdone. He tenido siempre esta habitación. También compartido el baño cuando el mío está averiado. Y eso pasa frecuentemente. Como yo, otras personas utilizan el baño general si el suyo no funciona. No los veo mucho, pero los escucho llegar a menudo, y a veces irse.
La primera vez que pasó algo, era tarde. No soy una persona con miedo. Ni ahora ni nunca. Mi baño no funcionaba y yo había vuelto cansada y con ganas de una ducha después del trabajo. Tuve que ir al baño general, como casi siempre en los últimos días. Mientras me duchaba, escuché un grito agónico, aterrorizado y largo salir de la habitación de los vecinos que estaban justo frente al baño. Me duché rápido, y mientras la ropa se pegaba a mi cuerpo, todavía húmedo, salí con cautela a ver qué había sucedido. Durante mi breve baño, escuché a una persona agonizando, y otra que asestaba golpes con furia, mientras farfullaba no sé qué cosas. En cuanto abrí la puerta, el ruido cesó. Pensé que a mi salida encontraría un camino de sangre y un cuerpo todavía moviéndose, pero no quería quedarme atrapada y temblando en donde estaba. Mi sorpresa fue que, al salir, la puerta de los vecinos estaba cerrada y el resto de la casa se encontraba en un silencio interrumpido solamente por el agua saliendo del grifo que, en la prisa, había dejado abierto al salir del baño. Regresé a cerrarlo, aunque seguía escuchando en mi cabeza los gritos desesperados de la persona que ya imaginaba muerta en el corredor. Al llegar a mi habitación, me cercioré de asegurar la puerta con el cerrojo, y me dormí casi inmediatamente, ya que sentía la cabeza a punto de estallar por las emociones de los últimos cinco minutos y el cansancio acumulado de ese día.
El siguiente sábado, me llamaron para cubrir a alguien en la oficina. Para variar, mi regadera seguía sin funcionar, así que fui a la comunal de nuevo. Me metí a la ducha, y tan pronto como abrí el grifo, sonidos de ultratumba vinieron de afuera como la vez anterior. Gritos similares y puñetazos hacían eco dentro del baño. No salí de inmediato como la vez anterior, pero cuando lo hice, mi vecino estaba recostado en el marco de su puerta, pues había terminado de barrer. Quería cerciorarme de no ser yo quien enloquecía y le pregunté si había escuchado los gritos que yo había oído hacía un momento. Me explicó que él era amante de los films de horror y suspenso, y que justo veía un fragmento de algo de Hitchcock mientras arreglaba su habitación, lo cual explicaba el terrible ruido. Le dije que había temido por mi vida, y le conté mi experiencia pasada, a lo que sonrió y me pidió disculpas por los sobresaltos. Le agradecí por confirmarme lo que pasaba, fui a mi habitación, me vestí para ir al trabajo, y, mientras iba de camino hacia allá, pensé que me sentía mucho más aliviada de no convivir con un asesino violento o un maniático obsesionado con infringir dolor, como había dado por hecho en la primera ocasión.
Después de esa explicación, se volvió más frecuente el oír gritos y golpes, que en ocasiones llegaban a mi habitación. A veces me asustaba, porque salían de la nada, pero ya no me sentía en peligro.
La vida siguió su curso, hasta hoy que salí del baño. Aunque esta vez no escuché gritos, una mancha de sangre se esparcía afuera del cuarto de mis vecinos. Me asusté y corrí a mi habitación. Sobre la cama se veía algo muerto. No sé qué es.  No quise tocar nada. Todo lo que hice fue gritar y encerrarme. Luego de eso, llamar a emergencias. La operadora me dijo que me calmara, que usted no se iba a tardar. Y de verdad agradezco que esté aquí.
De verdad perdone, pero créame que ahora no sé cómo explicarle por qué sobre mi cama no ve nada. No  entiendo tampoco por qué no hay manchas de sangre en el piso. No sé por qué nadie vive en el cuarto de mis vecinos. Siempre los he visto salir y entrar… ¡Por favor, no me diga que mi casa está desocupada! ¡Yo no vivo aquí sola! Le juro que he compartido el baño con ellos, y tengo miedo, ahora que han venido a dejar algo muerto en donde le he señalado, aunque usted no lo vea.