Hola, mamita. Te he extrañado. Por
eso vine a verte. Porque me gusta como hueles . Siempre a limpio. Aún aquí, que
todo huele a árboles altos y al silencio de las calles, huele más a tu perfume
cuando me acerco a tu rectángulo. Vengo aquí a pensar en tu pelo corto, tus
manos gordas. También vengo porque me gusta cuando me respiras en el pelo y las dos
olemos a mi shampoo. Porque quiero que me rasques la espalda. Que me dejes
acurrucarme en tu pecho. Quiero que te pongas esos polvos que flotaban en tu
cuarto. Tengo ganas de ir por esos helados que encontramos aquel día que nos
perdimos, ¿te acuerdas? Ya no los
volvimos a encontrar ni mami ni yo. Y salimos varias veces a buscarlos. Creo
que era parte de tu magia. Encontrar cosas para que fueran solo tuyas y mías.
A mami no le gusta que vengamos. Papi
también dice que ya no lo vamos a hacer. Que luego me pongo muy nerviosa. Que
luego me pongo muy triste. Ellos no saben que yo quiero quedarme. No saben que
lloro porque no quiero regresar a la casa, porque allí no estás. No saben que
siento que te sales del rectángulo duro en el que te metieron y en el que tu
nombre está como borroso, y que por eso cuando estamos aquí hablamos mucho.
Ellos no saben que todavía siento cómo
hueles. ¿Cómo puedes estar muerta si cuando sales, todo huele a tu perfume? ¿Si
cuando te hablo, oigo tu respiración suave, cómo antes de que te enfermaras?
Ellos no saben nada. Ellos solo quieren que tú estés lejos, cómo cuando estabas
en el hospital, y siempre tenías los ojos cerrados, y cintas de zapatos que
salían de una computadora y se metían a tu nariz.
Ya sé que no hay que decirle nada a mi
mami, que ella siempre piensa que necesito ver al doctor. Ella siempre piensa
que me voy a poner malita. Así les dice a los locos. Por eso dice que no hay que
venir a verte.
¡Pero tenemos que venir, mamita! ¿Quién
te va a cantar si yo no vengo? Papi dice que él te va a seguir trayendo las
rosas blancas y amarillas que cuidábamos en el jardín, para que no te sientas
solita, y que no es necesario que yo venga. Pero nadie te va a cantar aquí.
Nadie te va a decir que te quiere. Por eso vengo... Para que te alegres, como
yo, cuando estoy contigo...
Bueno, ya me voy, mamita. Ojalá me
vuelvan a traer. Ojalá volvamos pronto. Ojalá pueda volver a sentirte
respirando en mi pelo, y que las dos volvamos a oler a mi shampoo.
Felicidades Chape, me gusto. También me recuerda a mi mama.
ResponderEliminarSigue adelante me encanta como escribes.
Mirna Eggenberger
De verdad me sorprende. Una vez me dijeron que los cuentos no tienen que ser predecibles; y espero que no le moleste esa opinión, pero con Mamita creo que lo predecible es parte central de lo genial. Me encantó ya saber por dónde iba la cosa, pero al mismo tiempo seguir descubriendo el resto de sentimientos.
ResponderEliminar¡Extraodinario! ¡Me encantó!
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