Muchas
gracias por llamar. He estado pensando en usted, ¿sabe? Estaba pensando en
contarle a los chicos sus historias. Estuve a punto de narrarles sobre aquella
vez que en Petén lo agarró un... ¿un tigre? ¿un puma? Cuando era chiquito solo
por eso quería ser cuque como usted, para conocer animales en la selva. Sé que
la última vez que lo vi, todavía tenía la cicatriz de las uñas romas de aquel animal en el brazo, pero no puedo recordar cuál de los animales era, mucho menos el
resto de la historia. Por eso no les digo nada. Porque todos mis recuerdos son
inexactos. Porque usted se parece al invierno. Venía una vez cada año y solo
traía frío. Y eso cuando venía. Después dejó de venir. Como si usted y yo nos
hubiéramos peleado. Me acuerdo que pensé que hubiera sido mejor que se muriera.
Así yo hubiera sabido dónde encontrarlo. Una tumba con su nombre para ir a
hablarle. Pero todo lo que mi mamá decía era que usted se había ido a los
Estados y que era por mi bien y el de los chicos. Que todos íbamos a ser
felices cuando regresara. ¿Es por eso que no puedo ser feliz, papá? ¿Será
porque usted nunca volvió? Y no quiero que por eso se sienta culpable o piense
que no lo quiero. Ya sé que llamó porque así lo hace cada cumpleaños, para que
yo sepa que le importo. Ya sé que nunca se puede gastar más que cinco minutos
para comunicarse a otro país cada que alguien cumple años. Mi mamá ya sabe que
allá tenemos hermanitos. Los chicos todavía no. Yo lo sé porque ya estoy grande
y porque la escuché hablando con la tía. La tía dice que los hombres son malos.
Que por eso se van. Que por eso se fue usted también. Que a lo mejor y yo me
vuelvo malo y las dejo. Eso no lo dice, pero lo leo en su cara cuando ella me
mira. Mi mamá sigue diciendo que usted va a volver un día de estos. Nos lo cuenta
como si fuera una historia mágica. Mi mamá es muy ilusa. Pero yo todavía quiero
que vuelva. Para que hablemos, para saber qué hizo usted cuando era soldado.
Para qué me cuente por qué casi le destroza la mano el tigre, o el puma. Para
que me diga si es verdad eso que dice mi tío, que en la selva se pueden comer
monos. Que usted se comió uno. Para que me diga si es cierto lo que dice la
tía, que se fue porque ya no quería a mi mamá y por eso no le importaron sus
hijos, que era mentira que se fue por que iba a ganar en dólares en lugar de su
miserable sueldo de enfermero del ejército. Y más que nada, para ver en sus
ojos si me quiere como dice cuando me llama. Muchas gracias por llamar, papá.
Gracias por el dinero que me va a mandar. Dice mi mamá que ella también se lo
agradece. Que le gusta que sea tan puntual. Cuídese, que aquí mi mamá lo espera
aunque sabe que no va a venir. Los chicos talvez no, pero creo que yo también
me he tragado el cuento. Yo también lo espero.
No se preocupe. Yo saludo a los chicos. Hasta luego.
Gran ritmo, redondo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tomarse el tiempo para leer y comentar.
EliminarGran ritmo, redondo.
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